La tarde.

Estaba sentado pensando cuando miré al cielo, era un detalle impresionante que guardé para mi solo, nubes gigantescas, el aire impresionante que provoca un poco de frío debajo de la sombra que hacían los grandes árboles, me levanté para seguir el camino, cruzando el puente levanté los brazos, el viento me abrazaba justo como necesitaba, era una tarde muy soleada, aunque el Sol pronto se ocultaría, a mitad del puente me detuve, miré a cada uno de los punto cardinales, contuve el aliento, respiré de nuevo, cerré los ojos, aunque el sonido de los autos era inmenso, me percaté de unos pasos cerca de mi.
Era quien me dejo con una sonrisa en un segundo, suficiente para aliviar mi caminar, aliviar el pesar que ayer sufrí entre tantas discusiones sin sentido, a punto del olvido.
Tenía una sonrisa hermosa, cabello largo y rizado tan brillante como el Sol de atardecer, era delgada, y sin entender por qué, sentí que era lo que yo necesitaba, mi corazón latía muy fuerte mientras la miraba, me perdí en los instantes más extraños de mi día, ella lo ocasionaba, nada similar veía mientras yo vagaba, caminaba y se alejaba, más y más.
No vi la ruta que tomó, entendí que no era para mi, y a pesar de esto me sentía feliz, así que continué con mi camino, no muy largo pero vaya que era entretenido, había olvidado cuánto amo los atardeceres, me había olvidado a mi, pero volví, estaba concentrado en la imagen de esa chica, en mis pasos y el sonido de la ventisca, en mi mente también una melodía, una fusión malagueña, olvidé lo que quería hacer, pero no tenía prisa, de momento quise que el camino fuera infinito, seguir experimentando la misma sensación, aunque tenía un tipo de curiosidad, quería saber quién era ella, por qué no le hable, ¿por qué si pasó frente a mi no se percató de mi presencia? Lo sé, simplemente me ignoró.
Estaba a punto de llegar a la siguiente parada, intentaba cruzar la calle pero un taxi se apresuró, antes de parpadear la vi, fue como por arte de magia, ella iba a bordo, me miró por ese instante, tenía una mirada cautivadora y a la vez triste, a penas pude distinguir que más adelante el taxi se detuvo, ella descendió, sentí un impulso extraño que me hizo correr a esa dirección.

Continuará...

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